miércoles, 11 de mayo de 2011

LA LADERA



LA LADERA.

Esta ladera que me aguarda,
se me antoja cuesta arriba.
Ya se sabe que castiga más una bajada.
y las piernas no son firmes,
cuando hay nieve en el tejado,
y no existe un fuego que te espere
en el hogar
ni se ve un sendero más allá del precipicio.

Un poco a ciegas, con la venda de la incertidumbre
acolchando  mis pisadas
comienzo el descenso. Es ley de vida en el caminante
no pararse en la mitad,
aunque el recorrido tenga la dureza
de unas manos encallecidas por la soledad.

Pues yo sé, que al andar se hace camino.
Pero me gustaría detenerme un instante
entre tus sábanas, acariciarte los ensueños,
despertarte los suspiros cuando todos duerman.
Y al marcharme, dejar un beso entre tus labios,
y en tus manos ‘aquellas hojas de Whitman’
-A la vera del camino-  Por dejarte algún recuerdo.

Y quizás cuando despiertes, no entiendas esta ausencia,
como tantas otras no entendí a lo largo del camino.
Prefiero que me recuerdes los besos, y aquellas caricias
inquietas, y que  me olvides las despedidas.
Porque tal vez, sean más importantes los momentos,
que amargos los adioses.

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