miércoles, 23 de mayo de 2018




El sueño de la razón produce monstruos, es cierto. Sus pinceladas sangrientas dejan un rastro indeleble en la vida y muerte de su hastío; enjambre en perfecta formación, todos ellos uniformados en negro impoluto con calaveras en sus solapas. Hileras de dientecitos deformes, teñidos del carmesí de la venganza sumados a las sombras chinescas que produce su furioso aletear en busca de una luz negada desde su nacimiento. ¡Dantesca escena de sombras encorvadas bajo el peso de sus propios pecados! ¿Quién estará libre de culpa? no importa siempre y cuando caiga un inocente. La muerte ajena siempre sirve para lavar nuestras faltas.

Cadenas de palabras ahogan mis sueños, el sudor y la angustia me producen terrores nocturnos. Todos caminan hipnotizados, desencajadas sus mandíbulas en un solo grito hacia el auto de fe. A lo lejos, en plaza pública se erigen los postes, miles de postes, todos vacíos en espera de su carne. Bajo los postes el combustible que propiciara la llama purificadora: miles de libros prohibidos que nos recuerdan que tal vez y solo tal vez fuimos libres en un tiempo ya pasado. La multitud concurre obediente y obediente espera su turno.

¡Es la era moderna, la industrialización del pecado múltiple! perfectos engranajes de la maquinaria del despotismo iletrado; cada cual ocupa el lugar que le corresponde con la debida sumisión y en doble hilera. A la izquierda los que arrojan las piedras, a la derecha los sentenciados por irreverencia y sedición. Es un sueño, debe ser una pesadilla, un pensamiento recurrente que se niega a dejar paso al despertar de mis terrores; sin embargo es demasiado real. Siento el frío sobre mis pies descalzos, la furia del ejército de esclavos al paso de la comitiva de condenados que me encadena sin remedio. Sus caras deformadas por el odio y la ignorancia, sus puños apretando con fuerza las piedras que llevan grabada nuestra ejecución. Al fondo, sobre palco una gran pantalla nos observa; en pocos minutos el Gran Hermano anunciara el comienzo de una nueva jornada de los juegos del hambre.   

miércoles, 9 de mayo de 2018


Un poema en ocasiones es una herida
pero no solo de heridas vive el poeta.
También se escribe la carcajada de Antístenes.
El trago on the rocks entre vinilos caducados.
El humo del último cigarro con insomnio.
Las sábanas revueltas por la soledad de carmín.
La mentira de un beso prestado.
El anciano de la estación del metro.
Aquel vagabundo del corte ingles
y el policía despistado que juega a perseguirle.
La palabra cicatriza cuando tiene sentido
nunca olvides que el verso no siempre es creado o creador.
Recuerda inconsciente que el adjetivo también mata,
el verbo es un nudo corredizo en torno a tu cuello
al borde del patíbulo de la multitud uniformada.
Asesina con palabras todos tus fantasmas:
el aplauso egocéntrico
la necesidad de sentir necesidad
la búsqueda implacable del telonero
el acero de la indiferencia y sus bordes afilados.
la sangre derramada por el filo de una afirmación.
No, no escribas a los santos inocentes
nadie es inocente en el delito de vivir.

jueves, 3 de mayo de 2018



A ti, que te eriges en tu escaño demagógico,
que construyes artificios y sofismas con palabras prestadas.
No, no me llames al altar de tus aduladores.
Apenas eres un murmullo de enfrentamiento, ni voz tienes.
Tan solo eres una firma al borde de un papel con sellos oficiales,
ni voz tienes, engranaje burocrático, tu tiempo pasará.
Todo tiempo pasa, incluso el tiempo de los depredadores.
Ni voz tienes, susurro intransigente,
meretriz de domingo en horario electoral.
¿Acaso no lo sabes señuelo? no eres más allá del engaño.
Artificio breve, como pólvora quemada en cualquier festejo.
Silueta sobre papel, apenas un anuncio temporal.
Tú tiempo pasará y con el tu olvido, eres reciclable y sustituible.
Larga es la fila de las sombras que esperan ocupar tu sombra,
largos sus dientes afilados como los tuyos.
Vuelas con alas prestadas ave de mal agüero.
Ni voz tienes, al principio era el verbo y el verbo es de los poetas.