jueves, 30 de agosto de 2018

Relato corto sobre ningún relato en un solo capitulo



El problema no es que no se lea, si no que se escribe demasiado y las hojas de papel se diluyen cuando llueve sobre mojado. La letra se disuelve previamente sobre un discurso establecido. Va siendo hora de establecer un gran premio literario al más “mojado” con una brillante copa al estilo Champions Leage para que el ganador pueda llenarla de ron al volver a casa sabiendo que en realidad no ha ganado nada y beberse su amargura como ya lo hicieron otros, en la intimidad de su hogar.

También podrían comenzar por quedarse en pelotas y plantar los cojones o los ovarios (a gusto del consumid@r) en el teclado antes de escribir chorradas con derecho a selfie con los amiguis y portada en cualquier diario local que un día después solo sirve para envolver el bocadillo de cualquier currante, en éste punto sí me pongo exigente: El bocata de lomo con pimientos ¡Faltaría más! Me da miedo dar rienda suelta a tan rotunda afirmación toda vez que la nueva moda del instituto cervantes y perdonen las minúsculas es el esparrago navarro cara al “Publico” que sigue desfilando por sus montañas nevadas.

Seamos serios, tal vez la mejor manera de retomar el creacionismo literario sea imitar a Dios (perdonen la impertinencia al fin y al cabo Dios ha muerto) descansando al séptimo día y cambiar de una puta vez el calendario Gregoriano por Franquista y Ultra Católico Románico Imperialista para que todos los días de la semana sean domingo. A la mierda la bula “Inter Gravissimas”, todos sabemos que el año 1582 fue terrible para la cosecha de espárragos en conserva desde 1931. Ha llegado el año cero muera la inteligencia y vivan los pasos de vaca y los versos cutres en las calles porque “un verso me obliga a escribir Carmena y en mi vida me he visto en tal aprieto”. Y ahora con su permiso me voy a correr en pelota picada por mi feisbu con dos candiles colgando de las orejas.

domingo, 12 de agosto de 2018



Lancé mis piedras contra aquellos muros
que inclementes alzan crueles banderas.
Mis manos cansadas se alzaron de nuevo
en la batalla de los molinos de viento.
La altiplanicie Castellana ahora manchada por la insolencia
me escupe todas mis derrotas a la cara.
Don Quijote debe morir, es cierto.
Sancho Panza tomó el relevo y galopa
a lomos de su rucio con nuestra comida en sus alforjas.
Allá, en las viejas playas el recuerdo en el rastro
de una armadura oxidada que se pierde
entre cruces amarillas y discursos radioactivos.
¿Cuántas piedras deberemos arrojar los pecadores
para que “los libres de pecado” dejen de tirarnos las suyas?
Jesucristo ya no existe, de su silencio brota tinta roja
por todas sus llagas; su padre fue asesinado por Nietzsche 
y la Conferencia Episcopal en cualquier lugar del mundo.
El Papa corre desnudo por el Vaticano
cantando “Imagine” con los dedos llenos de oro.
Sigue siendo la era de Herodes y los Santos Inocentes
sepultados en torno a su trono de huesos.
Todo está a la venta, incluso Rocinante.
Ahora están de moda los tractores de combate,
las verdades post modernas y los viajes a la luna
en cómodos plazos mensuales.
1984 sigue siendo un buen año para Orwell
exclaman viejos dictadores satisfechos en sus tumbas.
No le busques un sentido al poema o la vida,
nunca fue esa la intención del poeta-constructor.
Tal vez el acto más noble de la creación
sea al mismo tiempo su propia destrucción.