He soñado con Dios
me dijo que no podía dormir
en la pesadilla del
mundo.
Falsos apóstoles
de la democracia y
religión
le quitaban el sueño.
La cruz despedazada
yacía bajo la sombra
de sus lágrimas.
Sus bordes, oxidados
por tantas monedas
de plata, resquebrajados.
Quise cantarle una
canción
pero mi boca estaba
pegada
por la sed de
justicia
llagada por hambre de
libertad.
Compartimos un
silencio
Le invité a tomar
café
y me pidió sal para
endulzarlo.