lunes, 8 de abril de 2019

EL POETA, EL DOLOR Y LA MUERTE



¡Éste grito silencioso!
éste dolor de estar vivo que me penetra y recorre,
que me arruga como los años.
Dolor silencioso y cansado que se llevó el polen de mi juventud,
que me produce versos extenuados.
¡Oh quietud sepulcral!
Que se mece entre cipreses y olmos en una muerte que nos iguala
¿Dónde habitas para escuchar tu silencio?
¿Para que tu fría caricia me arrulle en su descanso?
¿En qué dirección escribirte una carta sin remite?
Yo te quitaré el dolor
Morir sólo dura un instante que dura a su vez toda una eternidad.
Polvo serás, ceniza consumida y barro fresco en días de lluvia.
Tus poemas agusanados tal vez te sobrevivan
y polvo serán también con el tiempo las páginas que escribiste.
Y allí, en un abrazo de tierra fresca conocerás el dolor de estar muerto,
porque morir duele, permanecer muerto duele en cada siglo,
sin embargo ser poeta produce dolor y muerte.
Infeliz mortal, que creíste ser heredero de la lira de Apolo
para descubrir en tu agonía que solamente fuiste un pequeño talón de Aquiles.