Ayer
soñé que pintaba un cuadro de mil colores,
después
los colores comenzaron a pelear
por
predominar en el cuadro, por apoderarse de la paleta.
Los
pinceles yacían por el suelo fusilados por fuego amigo
y
fuego enemigo, pero yo nunca pretendí pintar
“los
fusilamientos del dos de mayo”.
Es
difícil pintar un arcoíris con todos sus colores en guerra,
ahora
lo sé.
Después
soñé que era poeta y utilizaba palabras para pintar cuadros,
pero
las palabras también engendraron discordia
y
clamaban ¡Guerra, guerra!, mientras salían de sus folios
perfectamente
uniformadas.
Al tercer
día resucité del desengaño y caminé por el desierto,
creé la
república independiente de mis circunstancias
sin
parlamento ni senado, pedí la jubilación anticipada para descansar en paz.
Un funcionario
me dijo que me faltaban papeles
y me
sobraban años de trabajo esforzado; le presenté un certificado de
honradez
y aún escucho sus carcajadas.
Me dijo
que mi esfuerzo no me pertenecía y tuve que encender tres velas
al dios
estado.
Al fin
y al cabo libertad y propiedad sólo son
conceptos.