jueves, 9 de mayo de 2019

REDUNDANCIAS



Ayer soñé que pintaba un cuadro de mil colores,
después los colores comenzaron a pelear
por predominar en el cuadro, por apoderarse de la paleta.
Los pinceles yacían por el suelo fusilados por fuego amigo
y fuego enemigo, pero yo nunca pretendí pintar
“los fusilamientos del dos de mayo”.
Es difícil pintar un arcoíris con todos sus colores en guerra,
ahora lo sé.
Después soñé que era poeta y utilizaba palabras para pintar cuadros,
pero las palabras también engendraron discordia
y clamaban ¡Guerra, guerra!, mientras salían de sus folios
perfectamente uniformadas.
Al tercer día resucité del desengaño y caminé por el desierto,
creé la república independiente de mis circunstancias
sin parlamento ni senado, pedí la jubilación anticipada para descansar en paz.
Un funcionario me dijo que me faltaban papeles
y me sobraban años de trabajo esforzado; le presenté un certificado de
honradez y aún escucho sus carcajadas.
Me dijo que mi esfuerzo no me pertenecía y tuve que encender tres velas
al dios estado.
Al fin y al cabo  libertad y propiedad sólo son conceptos.

jueves, 2 de mayo de 2019


Recuerdo aquellos tiempos en que mi infancia deshojaba margaritas.
Platero era aún pequeño, peludo, suave; Blancanieves no era feminista;
Don quijote no había traicionado a Rocinante con un coche oficial.
Entonces la lluvia era húmeda y el arte estaba a salvo en sus museos.
Después llegó la revolución de las zapatillas de andar por casa,
las boinas sin rabito y la nueva guerra de los mundos sin  H.G Wells.
El ciudadano Kane abandonó la churrería del barrio y se pasó a Starbucks.
Caperucita se esconde del lobo en todas las elecciones,
su abuela se operó los pechos en la seguridad social
y la dentadura postiza en un dentista de pago.
Ahora Pedro llega siempre con el lobo en avión privado, sus
gritos como siempre parecen no asustar a nadie.
El Flautista de Hamelin se mudó a Galapagar con su ejército de ratas,
y la parienta le toca la flauta para sobrevivir.
Vivimos en la era de la banca pública, en San Martin sacrificamos al cerdito
hucha y esparcimos jamones de barro por todo el territorio.
Bailamos en pelotas alrededor de nuestro rey desnudo,
pero los langostinos se los siguen comiendo ellos.
¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! Recitan los cuervos
que leen viejos libros mientras esquivan perdigones.