martes, 29 de enero de 2019



¡Cuánto te quise!
Amé incluso el lodo de tu tierra.
La algarabía de tu imprudencia,
amé cada silencio de tu condena.
El frío de tu indiferencia me entumecía los huesos
y aun así te amaba, como un cubito de hielo
con Síndrome de Estocolmo de su congelador.
Cada rincón de mi infancia, perdida entre tus calles.
Amé a todas las mujeres que fingí amar.
Los nombres gastados, también los hombres gastados
con el mazo que inclemente golpeaba las aguas de mi remanso.
¡Cuánto te quise!
Debe ser que el amor no tiene edad, pero tiene olvido,
distancia y fecha de caducidad.
Tal vez ese amor que hoy no lamento perder
llegó enlatado como tus esquinas.
¡Tu cielo resultó ser demasiado estrecho para mis ansias!
Barrotes los picos de tus cordilleras rotas para quien nunca fue buen alpinista.
Y sin embargo ¡cuánto te quise!
Tanto te quise que te amé hasta odiarme.
Tanto te amé que me doliste durante toda mi muerte.

viernes, 25 de enero de 2019


Tu tiempo se acaba, eres como un reloj de arena con sus granos agotados.

Se acaba el tiempo de tus mentiras, de tu puño opresor, engarfiado como tus ideas,

aplastando la vida de los hombres libres.

Comienzas a ser pasado, como tus campos de exterminio, como el frío invierno 

de tus gulags sobre los huesos cansados.

Hiedes como todos los cadáveres que has dejado al paso de tu bota de hierro sobre 

la historia, eres frío como la muerte que te acompaña, metálico como el percutor 

de tu fusil y cada una de sus balas.

Se acaba tu tiempo predicador de odio, el tiempo de tus hijos malnacidos, los ojos

de las victimas te observan.

Eres rojo como un demonio, como la sangre que derramas a tu paso, rojo 

como un incendio que todo lo consume. Íncubo y Súcubo de todos los sueños rotos.

No ensucies la palabra libertad con tus fauces sangrientas, te alimentas de sangre

para vivir vampiro ideológico, anatema y conjuro satánico.

Representas a la mujer arrodillada esperando su tiro en la nuca, al niño que murió 

de hambre en tus glaciares, representas al campesino expropiado del fruto de su esfuerzo,

al hombre atropellado por tus carros de combate, al anciano asesinado por la

miseria social que  regalas a tus pueblos. Representas la mordaza, el nudo corredizo, 

la palabra asesinada, la palabra perseguida.

Tu discurso es como tus gestos, un puño amenazante sobre aquellos que te niegan.

Tu nombre verdadero es terror y genocidio, paria de la tierra, jinete del apocalipsis.

martes, 8 de enero de 2019


Buscador incansable ¿en qué cayado apoyarás tu cansancio?
¿Acaso ignoras que la realidad está proscrita, que la verdad
es un humilladero en que llorar tus culpas ante nadie?
¿Acaso ignoras que no existe absolución en el delito de vivir?
Frente a ti el desierto, siempre el desierto
para caminar descalzo en tus cuarenta días  de purificación.
Serás tentado, no lo dudes; todos hemos sido tentados alguna vez.
Tal vez te ofrezcan el mundo, la inmortalidad, tal vez reinos ignotos,
adoradores y penitentes a tus pies a cambio de sumisión absoluta.
Pero no dudes que el precio siempre es el alma, 
tu alma, el alma de la civilización.
Entonces quizás comprendas que todo se reduce a la sencillez de unas sandalias
para resguardar  tus pies de la arena abrasadora del gentío, el agua fresca
de unos versos en tu mente, la sombra alargada de cualquier ciprés, 
la brisa del silencio.
¿Por qué llorar lo nunca fue, lo que pudo ser o jamás será?
 El diablo y sus tentaciones pueden esperar junto al paraíso perdido.