martes, 8 de enero de 2019


Buscador incansable ¿en qué cayado apoyarás tu cansancio?
¿Acaso ignoras que la realidad está proscrita, que la verdad
es un humilladero en que llorar tus culpas ante nadie?
¿Acaso ignoras que no existe absolución en el delito de vivir?
Frente a ti el desierto, siempre el desierto
para caminar descalzo en tus cuarenta días  de purificación.
Serás tentado, no lo dudes; todos hemos sido tentados alguna vez.
Tal vez te ofrezcan el mundo, la inmortalidad, tal vez reinos ignotos,
adoradores y penitentes a tus pies a cambio de sumisión absoluta.
Pero no dudes que el precio siempre es el alma, 
tu alma, el alma de la civilización.
Entonces quizás comprendas que todo se reduce a la sencillez de unas sandalias
para resguardar  tus pies de la arena abrasadora del gentío, el agua fresca
de unos versos en tu mente, la sombra alargada de cualquier ciprés, 
la brisa del silencio.
¿Por qué llorar lo nunca fue, lo que pudo ser o jamás será?
 El diablo y sus tentaciones pueden esperar junto al paraíso perdido.

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