martes, 29 de enero de 2019



¡Cuánto te quise!
Amé incluso el lodo de tu tierra.
La algarabía de tu imprudencia,
amé cada silencio de tu condena.
El frío de tu indiferencia me entumecía los huesos
y aun así te amaba, como un cubito de hielo
con Síndrome de Estocolmo de su congelador.
Cada rincón de mi infancia, perdida entre tus calles.
Amé a todas las mujeres que fingí amar.
Los nombres gastados, también los hombres gastados
con el mazo que inclemente golpeaba las aguas de mi remanso.
¡Cuánto te quise!
Debe ser que el amor no tiene edad, pero tiene olvido,
distancia y fecha de caducidad.
Tal vez ese amor que hoy no lamento perder
llegó enlatado como tus esquinas.
¡Tu cielo resultó ser demasiado estrecho para mis ansias!
Barrotes los picos de tus cordilleras rotas para quien nunca fue buen alpinista.
Y sin embargo ¡cuánto te quise!
Tanto te quise que te amé hasta odiarme.
Tanto te amé que me doliste durante toda mi muerte.

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