Viviré aún, cuando ya no pueda más.
Aunque el tiempo que me quede
sea un pasillo entre penumbras,
pasaré por cada instante de la vida
como el viento, cuando gime
en la tormenta.
Como esa lluvia borrascosa
desterrada del sol y sus caricias.
Pasaré por este mundo
como grano de arena en el desierto.
Como agua que se escurre
entre los dedos de la mano.
como tiempo que se escurre
entre los dedos del destino.
Viviré, como el sollozo que se gesta
en el vientre de una despedida.
Como el beso que agoniza
entre labios que se alejan.
Viviré cada instante hasta el final,
como hoja de roble, que entre brisas
otoñales muere lentamente
en su viaje hacia el suelo del ocaso.
Viviré cuando sienta llegar el frío.
Cuando la pálida mano ciegue
la mirada, y una caricia postrera
cierre el telón de los párpados
de la tragicomedia de un vivir.
Y me iré sin más, como el vuelo
peregrino de las aves migratorias.
Daré el paso postrimero de la vida,
con las alas extendidas de la muerte.
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