Hoy que la luna nace teñida de
sangre
comprendo que debo cruzar océanos,
metamorfosearme en hoja sin destino
y descolgarme de la vieja rama que
agoniza
sin sombra que me alivie o alimente.
Y quien sabe a qué orilla arribaré
o que puerto me dará cobijo en la
tormenta,
que viento me impulsará como una cometa
de versos sin pañuelo o remite.
Tal vez el camino sea el de unos
zapatos gastados
que miran con tristeza aquel
escaparate
antes lleno de luces de neón y
maniquíes sonrientes.
Me voy como una sombra fugitiva,
huérfano
y con los bolsillos llenos de lágrimas.
Yo no sé si soy el exilio de un
poema
o un poeta exiliado de sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.