Si piensas que todos los poemas
nacen entre hojas de laurel
y mueren entre besos
estás equivocado.
Los versos también se gestan entre flores podridas
y no siempre hay mariposas en el estomago,
si no gusanos que te corroen mientras beben
jugos gástricos mezclados con las últimas cervezas.
No podrás escribir sobre golondrinas
hasta que no sientas sobre tu frente cansada
el negro frío de las alas de los cuervos
en una noche inquieta que se instala
para siempre en el calendario de los días.
¿De qué te sirve rezar
el rosario santurrón
si pasas de largo ante los via crucis de la vida?
Escribir a la belleza es fácil
cuando se tiene algo de imaginación
poco talento y mucho tiempo libre.
No escribas sobre la primavera
la lluvia fresca
el olor a naturaleza
o el último revolcón magnificado
por un orgasmo mal interpretado.
No adulteres tus malos versos
con imágenes cutres
y música grotesca
para confundir
escribe con resaca y mal aliento si te atreves.
Pero sobre todas las cosas, atrévete a vivir
antes de atreverte a escribir sobre el ombligo de tu
vida.
Tremendo
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