En éste mismo instante,
cuando las horas oscilan pendulares,
Gran Hermano nos vigila
sin cámaras ocultas.
Presos en el orbe mediático,
con cadenas hechas a medida
y eslabones de consignas huecas
llenos de palabras vacías.
En éste mismo instante,
en el que podríamos ser libres,
tenemos prohibida la libertad.
Vivimos en un inmenso terrario
a modo de hormiguero,
rodeados por cristales
de pantallas de televisor.
Respiramos aire acondicionado
y polución.
Comemos cáncer, envasado
en diversos productos
a gusto del consumidor.
En una inmensa oscuridad
nos movemos rodeados
por luz artificial.
Animales de granja, listos
para su manufacturación
y entrega en el mercado de consumo.
En veloces coches, viajamos a ningún lugar
por distintas carreteras, asfaltadas de desdichas.
y exploramos el espacio
buscando más lugares para destruir.
El viento arrastra hojas de libros
sin leer,
lamentos sin consuelo,
voces que claman justicia social
por la arena del desierto
junto a la morada del escorpión;
allí donde los malditos
celebran aquelarres,
invocando al anticristo.
En éste instante:
Alguien está matando a alguien.
Alguien está violando a alguien.
Alguien está engañando a alguien.
Alguien está robando a alguien.
Alguien está torturando a alguien.
En éste mismo instante,
vivimos la era de los muertos.
Hoy más que nunca,
los hijos de Caín gobiernan el mundo
tras matar a sus hermanos, los hombres.
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