La tarde está gris y húmeda,
cómo una despedida cualquiera
cuando llueve sobre mojado.
Es curioso, pero en ocasiones
me detengo a preguntarme
cuando dejó de importarme
la climatología ocasional
de unos labios peregrinos
o su ausencia entre estaciones.
Sólo me queda la certeza
de que apenas necesito un corto paseo
para olvidar las miradas huidizas
y los besos a corto plazo.
La tarde está gris y húmeda,
el viento acaricia la arboleda
con el mimo de un enamorado
principiante, casi con miedo.
El camino se extiende, nada se detiene,
ni tan siquiera mi cansado caminar
en busca del destino caprichoso
que juega al escondite
entre las hojas del calendario
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.