A TODA ESA GENTE.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no permanezcas ni en el recuerdo
de los gusanos que devoraron tu carne putrefacta,
permanezca vivo el eco de mis sentires.
Cuando cansado de arrastrarte por el mundo,
carcomido por tu veneno, desfallezcas,
vivirán mis pensamientos y emociones.
Puedes golpearme con la cobardía de tus injurias
y yo escupiré mi desprecio
sobre la mordaza de tus insidias.
Atropéllame si lo deseas, me levantaré.
Ni al destierro puedes condenarme
ya que tus dominios no se extienden más allá
del cubil de las serpientes.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no quede de ti ni el vestigio
de la ponzoña que sembraste
y tus huesos calcinados por los años, enmudezcan,
yo profanaré tu tumba, silente al fin,
con la huella de mis versos.
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