Hasta siempre Vicente, que las musas te acompañen en tu viaje
a la eternidad.
A Vicente Martin.
NO ME PIDAS QUE CANTE.
Nadie sabe que prisa te detiene,
es cierto.
Pero no me pidas que te cante.
Yo prefiero deshojar tus silencios
engarzados de palabras,
y tal vez saborear algún guiso de tertulia
literaria bajo el roble.
¡Son tan frondosas sus ramas!
que pueden cobijar varios años.
No me pidas que te cante
cuando rendido, te dedicas
a escribir poemas de conformidad
acentuados por las circunstancias.
Hoy he descubierto que no es cierto
que el sol queme la piel
cuando ausente la conversación
proyectas la sombra de tus pronósticos
sobre el calendario.
Debe ser – seguramente- que los jardines
del infante conservan la huella de tu paso
sobre el césped encanecido por el descuido.
No, no me pidas que te cante cuando marches
aunque vaya en el oficio y esté presto el laúd.
No soy dado a los himnos y fanfarrias sociales.
Yo te cantaré, sí, cuando el alma desgrane
los minutos melancólicos sobre aquella
sonrisa invertida.
Cuando llueva y las mejillas desborden
sobre los labios… entonces, yo te cantaré.
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