Luisito era un triste
personaje con tanto pelo cómo humanidad. Le gustaba usar faldas desde
siempre, con predilección por los tonos marrones con capucha a juego,
tal vez por cubrir su calva además de sus falsas apariencias. Nunca fue
alegre ni cuerdo, la verdad, pero sí una gran mala persona que jugaba a
no serlo. Luisito era también cobarde y mezquino, con pocas luces y
grandes deseos de hacer pagar al mundo todas sus frustraciones.
Nunca encajó demasiado bien en lugar alguno debido a su sociopatía.
Necesitaba encontrar el lugar adecuado para desarrollarse, esconderse
entre personas como él. Hace algunos años comenzó a sentirse realizado
como sacerdote en una de tantas órdenes religiosas de la iglesia
católica. Hoy por fin consigue levantarse cada día sabiendo que está en
el lugar adecuado para dar rienda a suelta a toda su maldad apoyado por
una gran institución que persigue los mismos fines que él.
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