martes, 5 de febrero de 2019


Siempre supo que no encajaba del todo en ningún lugar. Estaba tan acostumbrado a caerse que conocía perfectamente la geografía del duro suelo que le servía de colchón y compañía. Y allí, en aquella frialdad las horas pasaban con la lentitud del gota a gota de una botella de suero. Un perro callejero más, sin puerta a la que ladrar. A su alrededor como siempre las miradas conmiserativas que toleraban su extravagancia, las voces correctas que aplacaban su ignorancia, el populus en todo su esplendor. Es sencillo vivir pegado a la superficie que todos pisan, basta con esquivar zapatos, casi nadie presta a tención al lugar por dónde camina.  Esas miradas  se reservan para seguir atentamente todo programa de salsa rosa, el reality show de moda o la última serie de Netflix. Vivir de esa manera es como ser un buscavidas del top manta sin productos que ofrecer ni trato de favor político. Al fin y al cabo la única frontera que él se atrevió a cruzar ilegalmente fue la frontera del conformismo, y esa acción no se perdona en estos tiempos.
Dibujaba planos en su mente, escribía mentalmente, caminaba hablando en voz alta, observaba, ante todo observaba. Observar es un ejercicio más complicado de lo que parece, especialmente en una era en la que todos miran pero nadie observa. Tal vez por eso era tan silencioso, aquellos que miran gritan por todo y suelen hacerlo a todo volumen. Pero incluso el silencio y la observación tienen fecha de caducidad, un día recordó que antes tenía voz, también recordó aquel viejo libro sobre Zaratustra que solía leer antes de aprender a caminar pegado a la tierra. Recordó sus desiertos, todas sus transformaciones, revisó cada cicatriz, especialmente las quemaduras de su lucha contra el dragón. Y así, el camello que se arrodilla ante su carga, da paso al león que busca libertad con todo su espíritu, y de él nace el nuevo comienzo del niño que decide que ya es hora de levantarse y gritar con todas sus fuerzas ¡YO QUIERO !. Desde ese preciso instante comenzó su persecución, el miedo de los esclavos felices del “Yo Debo”, el látigo de su servidumbre buscando sus espaldas. Pero estaba fuera de su alcance, él había completado todos sus ciclos. Nada podía dañarle, las cadenas de sus perseguidores limitaban sus propios movimientos. Se alzó sobre los cimientos de su libertad y una vez más grito con fuerza ¡YO QUIERO!  Esta vez su voz encontró eco, miles, millones de voces como las suyas comenzaron a gritar a su alrededor ¡YO QUIERO! Y por fin tras muchos años de silencio comenzaba la sinfonía del tal vez un Nuevo Mundo.


martes, 29 de enero de 2019



¡Cuánto te quise!
Amé incluso el lodo de tu tierra.
La algarabía de tu imprudencia,
amé cada silencio de tu condena.
El frío de tu indiferencia me entumecía los huesos
y aun así te amaba, como un cubito de hielo
con Síndrome de Estocolmo de su congelador.
Cada rincón de mi infancia, perdida entre tus calles.
Amé a todas las mujeres que fingí amar.
Los nombres gastados, también los hombres gastados
con el mazo que inclemente golpeaba las aguas de mi remanso.
¡Cuánto te quise!
Debe ser que el amor no tiene edad, pero tiene olvido,
distancia y fecha de caducidad.
Tal vez ese amor que hoy no lamento perder
llegó enlatado como tus esquinas.
¡Tu cielo resultó ser demasiado estrecho para mis ansias!
Barrotes los picos de tus cordilleras rotas para quien nunca fue buen alpinista.
Y sin embargo ¡cuánto te quise!
Tanto te quise que te amé hasta odiarme.
Tanto te amé que me doliste durante toda mi muerte.

viernes, 25 de enero de 2019


Tu tiempo se acaba, eres como un reloj de arena con sus granos agotados.

Se acaba el tiempo de tus mentiras, de tu puño opresor, engarfiado como tus ideas,

aplastando la vida de los hombres libres.

Comienzas a ser pasado, como tus campos de exterminio, como el frío invierno 

de tus gulags sobre los huesos cansados.

Hiedes como todos los cadáveres que has dejado al paso de tu bota de hierro sobre 

la historia, eres frío como la muerte que te acompaña, metálico como el percutor 

de tu fusil y cada una de sus balas.

Se acaba tu tiempo predicador de odio, el tiempo de tus hijos malnacidos, los ojos

de las victimas te observan.

Eres rojo como un demonio, como la sangre que derramas a tu paso, rojo 

como un incendio que todo lo consume. Íncubo y Súcubo de todos los sueños rotos.

No ensucies la palabra libertad con tus fauces sangrientas, te alimentas de sangre

para vivir vampiro ideológico, anatema y conjuro satánico.

Representas a la mujer arrodillada esperando su tiro en la nuca, al niño que murió 

de hambre en tus glaciares, representas al campesino expropiado del fruto de su esfuerzo,

al hombre atropellado por tus carros de combate, al anciano asesinado por la

miseria social que  regalas a tus pueblos. Representas la mordaza, el nudo corredizo, 

la palabra asesinada, la palabra perseguida.

Tu discurso es como tus gestos, un puño amenazante sobre aquellos que te niegan.

Tu nombre verdadero es terror y genocidio, paria de la tierra, jinete del apocalipsis.

martes, 8 de enero de 2019


Buscador incansable ¿en qué cayado apoyarás tu cansancio?
¿Acaso ignoras que la realidad está proscrita, que la verdad
es un humilladero en que llorar tus culpas ante nadie?
¿Acaso ignoras que no existe absolución en el delito de vivir?
Frente a ti el desierto, siempre el desierto
para caminar descalzo en tus cuarenta días  de purificación.
Serás tentado, no lo dudes; todos hemos sido tentados alguna vez.
Tal vez te ofrezcan el mundo, la inmortalidad, tal vez reinos ignotos,
adoradores y penitentes a tus pies a cambio de sumisión absoluta.
Pero no dudes que el precio siempre es el alma, 
tu alma, el alma de la civilización.
Entonces quizás comprendas que todo se reduce a la sencillez de unas sandalias
para resguardar  tus pies de la arena abrasadora del gentío, el agua fresca
de unos versos en tu mente, la sombra alargada de cualquier ciprés, 
la brisa del silencio.
¿Por qué llorar lo nunca fue, lo que pudo ser o jamás será?
 El diablo y sus tentaciones pueden esperar junto al paraíso perdido.

martes, 9 de octubre de 2018

Yo, que fui sueño una vez, trasladé
cada imagen a un espejo roto
que contiene en sus pedazos  un reflejo
de aquel sueño que fui y nunca fue del todo.
Tal vez soñar sea un fragmento del recuerdo,
una ola que llega a la orilla de tantas madrugadas,
breve, húmeda y espumosa para después retirarse
dejando en la orilla un sabor salobre, un beso de mar.
Sin embargo cada mañana ante el espejo cotidiano
no puedo evitar ver la burla del tiempo,
aquella que es igual para todos ante su propio reflejo
antes de ponerse la máscara de salir a la calle.

jueves, 20 de septiembre de 2018


Tal vez la melancólica mirada del poeta
sea comparable a los ojos tristes del patriota
al contemplar, instalados en sus almenas
todos los besos de Judas entre almenaras encendidas.
La madera es escasa y el odio aviva las llamas,
pertinaces ascuas encendidas por sonrisas de hiena,
el aullido del lobo, la víscera como quinta esencia
en el funeral de la ilustración y doña Pepa.
Tormentas en la noche, rugidos de trueno
y una brújula sin norte definido para marcar el rumbo.
La voz deja de ser voz secuestrada por el grito,
el grito deja de ser grito enmudecido por aquel colérico
infante desproporcionado que jamás supo llegar a buen puerto.
 A la deriva sin capitán o tripulación experta,
el Galeón  Español hace aguas mientras sus ratas
huyen en pequeñas embarcaciones provincianas.
Una vez más, en aquella tierra de nadie la bandera desgajada
contempla impotente el campo de batalla.
Ya no es tiempo de héroes o caballeros, los bufones tomaron
la corte y acuden a los consejos de ministros de una corona oxidada.
Y el poeta, siglos después, sigue mirando los muros de la patria suya.

viernes, 7 de septiembre de 2018


El Haiku camina solo,
como el anciano y la muerte.
El samurái compone versos
y contempla su vejez
en las aguas del estanque.
Ya no nieva sobre el almendro,
sin embargo es alargada
la sombra de la ceniza
que reposa junto a la raíz.
Nudos concéntricos,
madera sobre madera
cantando la gesta de los siglos.

jueves, 30 de agosto de 2018

Relato corto sobre ningún relato en un solo capitulo



El problema no es que no se lea, si no que se escribe demasiado y las hojas de papel se diluyen cuando llueve sobre mojado. La letra se disuelve previamente sobre un discurso establecido. Va siendo hora de establecer un gran premio literario al más “mojado” con una brillante copa al estilo Champions Leage para que el ganador pueda llenarla de ron al volver a casa sabiendo que en realidad no ha ganado nada y beberse su amargura como ya lo hicieron otros, en la intimidad de su hogar.

También podrían comenzar por quedarse en pelotas y plantar los cojones o los ovarios (a gusto del consumid@r) en el teclado antes de escribir chorradas con derecho a selfie con los amiguis y portada en cualquier diario local que un día después solo sirve para envolver el bocadillo de cualquier currante, en éste punto sí me pongo exigente: El bocata de lomo con pimientos ¡Faltaría más! Me da miedo dar rienda suelta a tan rotunda afirmación toda vez que la nueva moda del instituto cervantes y perdonen las minúsculas es el esparrago navarro cara al “Publico” que sigue desfilando por sus montañas nevadas.

Seamos serios, tal vez la mejor manera de retomar el creacionismo literario sea imitar a Dios (perdonen la impertinencia al fin y al cabo Dios ha muerto) descansando al séptimo día y cambiar de una puta vez el calendario Gregoriano por Franquista y Ultra Católico Románico Imperialista para que todos los días de la semana sean domingo. A la mierda la bula “Inter Gravissimas”, todos sabemos que el año 1582 fue terrible para la cosecha de espárragos en conserva desde 1931. Ha llegado el año cero muera la inteligencia y vivan los pasos de vaca y los versos cutres en las calles porque “un verso me obliga a escribir Carmena y en mi vida me he visto en tal aprieto”. Y ahora con su permiso me voy a correr en pelota picada por mi feisbu con dos candiles colgando de las orejas.

domingo, 12 de agosto de 2018



Lancé mis piedras contra aquellos muros
que inclementes alzan crueles banderas.
Mis manos cansadas se alzaron de nuevo
en la batalla de los molinos de viento.
La altiplanicie Castellana ahora manchada por la insolencia
me escupe todas mis derrotas a la cara.
Don Quijote debe morir, es cierto.
Sancho Panza tomó el relevo y galopa
a lomos de su rucio con nuestra comida en sus alforjas.
Allá, en las viejas playas el recuerdo en el rastro
de una armadura oxidada que se pierde
entre cruces amarillas y discursos radioactivos.
¿Cuántas piedras deberemos arrojar los pecadores
para que “los libres de pecado” dejen de tirarnos las suyas?
Jesucristo ya no existe, de su silencio brota tinta roja
por todas sus llagas; su padre fue asesinado por Nietzsche 
y la Conferencia Episcopal en cualquier lugar del mundo.
El Papa corre desnudo por el Vaticano
cantando “Imagine” con los dedos llenos de oro.
Sigue siendo la era de Herodes y los Santos Inocentes
sepultados en torno a su trono de huesos.
Todo está a la venta, incluso Rocinante.
Ahora están de moda los tractores de combate,
las verdades post modernas y los viajes a la luna
en cómodos plazos mensuales.
1984 sigue siendo un buen año para Orwell
exclaman viejos dictadores satisfechos en sus tumbas.
No le busques un sentido al poema o la vida,
nunca fue esa la intención del poeta-constructor.
Tal vez el acto más noble de la creación
sea al mismo tiempo su propia destrucción. 

jueves, 26 de julio de 2018


Nací en un pequeño pueblo del que pasé el resto de mi vida intentando escapar. No se me ocurre mejor comienzo para un relato o un alegato, la verdad es que no tengo muy claro si no tiene un poco de ambas verdades. Pero la verdad es que todas mis peripecias desde entonces dan para escribir un libro que no tengo la menor intención de escribir, en primer lugar porque nadie es profeta en su tierra y en segundo lugar porque existen tierras donde tienen la mala costumbre de crucificar a sus profetas y no estoy por la labor de hacerle la competencia a Jesús de Nazaret aunque compartamos nombre. Tampoco me gustaría que alguien piense que hay cierta dosis de mala leche en mis intenciones ya que puedo afirmar con cierta satisfacción que me críe con pura de leche de vaca recién ordeñada que vendían mis vecinos, incluso teníamos churrero a domicilio entre otros avances tecnológicos.
Puede que alguien considere ingratitud mi siguiente afirmación pero es cierto que a pesar de todas esas comodidades y alguna más que prefiero omitir, mi primer impulso desde que tuve uso de razón y comencé a aplicarlo en mayor o menor medida fue el de salir de allí corriendo más rápido que Forrest Gump en aquella escena tan divertida que todos podemos recordar en la que a medida que intentaba correr más rápido huyendo de los matones en bicicleta todo el armazón metálico de sus piernas se deshacía en el camino liberándolo del lastre que le impedía huir a mayor velocidad. Y desde entonces al igual que nuestro simpático Forrest yo tampoco paré de correr lo más lejos posible. Igual que Forrest me gustan los bombones y opino que tonto es el que hace tonterías, otro motivo para no volver. O tal vez se deba a algo más profundo y al igual que Machado opino que no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que no se ha de volver a pisar. Decidan ustedes…