Hay días para soñar con imposibles
que parecen posibles coincidencias.
En los que un suspiro nace agonizante
entre fechas de calendario aunque
la realidad sea una apuesta segura.
Hay noches para acostarse sin soñar,
cuando el cansancio te invade los sueños
gastados y las promesas que no deben hacerse.
Tal vez todo sea un sueño,
incluso aquellas pesadillas que atan las mías
¡No te enamores de mí,ni de la palabra!
yo sólo puedo ofrecerte sueños,
y los sueños son un sueño con las manos atadas.

Ecos, voces, silencio es un blog de carácter literario. En el podrán encontrar poemas, relatos cortos, micro relatos o reflexiones del autor. Todos los poemas, relatos cortos o micro relatos publicados al igual que el propio Blog tienen registrada la propiedad intelectual y protegidos sus derechos por una sociedad de autores. REGISTRADA LA PROPIEDAD INTELECTUAL 00/2011/5842 AV-34-11.
jueves, 29 de agosto de 2013
domingo, 7 de julio de 2013
ALGORITMOS,MIRADAS,INSPIRACIÓN.
Para Almudena con todo mi cariño, pues sin pretenderlo la sencillez de su mirada bajo la noche hizo de ella mi musa.
Rosario de luces engarza
el misterio central de la noche
en la palidez de un duermevela
y tal vez tus ojos sean oraciones
caídas desde el fulgor celeste
No comprendo los secretos
que encierran las cuentas de tu mirada
ni entiendo de algoritmos
que descifren
la quietud de sus silencios.
En el fondo no es necesario
intentar descifrar la belleza
que encierran los arcanos nocturnos,
la claridad acrisolada de tu mirada
o cualquier poema trasnochador.
Los minutos se desgranan uno a uno /
por la oscuridad del reloj de arena/
insomne de la inspiración,
y me siento un poco búho
asomado a la ventana de las horas.
Rosario de luces engarza
el misterio central de la noche
en la palidez de un duermevela
y tal vez tus ojos sean oraciones
caídas desde el fulgor celeste
No comprendo los secretos
que encierran las cuentas de tu mirada
ni entiendo de algoritmos
que descifren
la quietud de sus silencios.
En el fondo no es necesario
intentar descifrar la belleza
que encierran los arcanos nocturnos,
la claridad acrisolada de tu mirada
o cualquier poema trasnochador.
Los minutos se desgranan uno a uno /
por la oscuridad del reloj de arena/
insomne de la inspiración,
y me siento un poco búho
asomado a la ventana de las horas.
PERDONA SI TE INVENTO.
Si te inventase esta noche,
culpa tal vez a la nostalgia
que te escribe en una vieja
hoja del calendario.
Aunque el reloj lleva horario
de verano, el minutero se detuvo
en tu nombre apenas un instante
de ésta noche mística.
No importa, los recuerdos
forman parte del equipaje.
Los besos quedaron en el trastero
junto a tantos otros anteriores.
Bajo la caja de los besos
y por orden alfabético
se encuentran labios distintos,
y también distintas caras.
A pesar de la diversidad
de labios, caras y circunstancias,
en ocasiones sospecho que todos
los besos son el mismo beso,
el beso de una larga despedida
que parece terminar:
así pues, perdona si te invento
un instante de esta noche.
culpa tal vez a la nostalgia
que te escribe en una vieja
hoja del calendario.
Aunque el reloj lleva horario
de verano, el minutero se detuvo
en tu nombre apenas un instante
de ésta noche mística.
No importa, los recuerdos
forman parte del equipaje.
Los besos quedaron en el trastero
junto a tantos otros anteriores.
Bajo la caja de los besos
y por orden alfabético
se encuentran labios distintos,
y también distintas caras.
A pesar de la diversidad
de labios, caras y circunstancias,
en ocasiones sospecho que todos
los besos son el mismo beso,
el beso de una larga despedida
que parece terminar:
así pues, perdona si te invento
un instante de esta noche.
lunes, 1 de abril de 2013
UN POEMA EXTRAVAGANTE.
A veces siento que juego al escondite
con la vida o viceversa.
Un viejo retrato olvidado
en el cuarto oscuro,
olvidado a su vez entre ángulos muertos.
Negativos esparcidos por el tablero,
fichas de ajedrez extraviadas
y un viento vespertino que recorre el panorama.
Una locomotora averiada
remolcando interrogantes
por una vía muerta.
Semáforos apagados
y un paso de cebra sin cebra.
Varios puntos suspensivos
y un final extravagante
que espera el perdón del lector.
En fin, rarezas de poeta.
con la vida o viceversa.
Un viejo retrato olvidado
en el cuarto oscuro,
olvidado a su vez entre ángulos muertos.
Negativos esparcidos por el tablero,
fichas de ajedrez extraviadas
y un viento vespertino que recorre el panorama.
Una locomotora averiada
remolcando interrogantes
por una vía muerta.
Semáforos apagados
y un paso de cebra sin cebra.
Varios puntos suspensivos
y un final extravagante
que espera el perdón del lector.
En fin, rarezas de poeta.
viernes, 15 de marzo de 2013
En el camino, mi nuevo poemario
A TODA ESA GENTE.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no permanezcas ni en el recuerdo
de los gusanos que devoraron tu carne putrefacta,
permanezca vivo el eco de mis sentires.
Cuando cansado de arrastrarte por el mundo,
carcomido por tu veneno, desfallezcas,
vivirán mis pensamientos y emociones.
Puedes golpearme con la cobardía de tus injurias
y yo escupiré mi desprecio
sobre la mordaza de tus insidias.
Atropéllame si lo deseas, me levantaré.
Ni al destierro puedes condenarme
ya que tus dominios no se extienden más allá
del cubil de las serpientes.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no quede de ti ni el vestigio
de la ponzoña que sembraste
y tus huesos calcinados por los años, enmudezcan,
yo profanaré tu tumba, silente al fin,
con la huella de mis versos.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no permanezcas ni en el recuerdo
de los gusanos que devoraron tu carne putrefacta,
permanezca vivo el eco de mis sentires.
Cuando cansado de arrastrarte por el mundo,
carcomido por tu veneno, desfallezcas,
vivirán mis pensamientos y emociones.
Puedes golpearme con la cobardía de tus injurias
y yo escupiré mi desprecio
sobre la mordaza de tus insidias.
Atropéllame si lo deseas, me levantaré.
Ni al destierro puedes condenarme
ya que tus dominios no se extienden más allá
del cubil de las serpientes.
Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no quede de ti ni el vestigio
de la ponzoña que sembraste
y tus huesos calcinados por los años, enmudezcan,
yo profanaré tu tumba, silente al fin,
con la huella de mis versos.
viernes, 8 de marzo de 2013
Madre Inmaculada
Madre inmaculada, ya sale el cordero
con la carne desgarrada y la afrenta
desplegada sobre el santo cuerpo.
Qué dócil camina y que poco se lamenta,
Madre de los dolores, aferrado a su madero
aquella condena a muerte, con rostro de Nazareno.
Rompe en mil pedazos tu manto
María, por hacer pañuelos de espanto
que yo quiero llorar contigo
aquel caminar cargado bajo corona de espino.
¿Tanto pesan mis pecados por la sangre de tu hijo
qué camina entre quebrantos con el madero bendito?
¿Tanto, tanto pesan que lo arrojan tres veces al suelo?
Dulce y triste María, quiero caminar contigo
y llorar por el hijo que va al calvario cargado
con la cruz de mis pecados sobre el rostro ensangrentado.
Madre de misericordia quiero hacer mío tu duelo
besar tus lágrimas benditas por aquel hijo perdido.
Ya ha llegado al monte del calvario el cordero
y los viles legionarios desnudan de ropas su cuerpo.
Mira, ya lo tumban desnudo sobre la cruz.
Y los cielos aventan nubes y vientos.
Como llora y oscurece el firmamento
mientras levanta el madero, crucificada la luz.
con la carne desgarrada y la afrenta
desplegada sobre el santo cuerpo.
Qué dócil camina y que poco se lamenta,
Madre de los dolores, aferrado a su madero
aquella condena a muerte, con rostro de Nazareno.
Rompe en mil pedazos tu manto
María, por hacer pañuelos de espanto
que yo quiero llorar contigo
aquel caminar cargado bajo corona de espino.
¿Tanto pesan mis pecados por la sangre de tu hijo
qué camina entre quebrantos con el madero bendito?
¿Tanto, tanto pesan que lo arrojan tres veces al suelo?
Dulce y triste María, quiero caminar contigo
y llorar por el hijo que va al calvario cargado
con la cruz de mis pecados sobre el rostro ensangrentado.
Madre de misericordia quiero hacer mío tu duelo
besar tus lágrimas benditas por aquel hijo perdido.
Ya ha llegado al monte del calvario el cordero
y los viles legionarios desnudan de ropas su cuerpo.
Mira, ya lo tumban desnudo sobre la cruz.
Y los cielos aventan nubes y vientos.
Como llora y oscurece el firmamento
mientras levanta el madero, crucificada la luz.
sábado, 2 de marzo de 2013
EL RENACER
Claudio estaba asustado, ¿qué había pasado? Lo último que recordaba
era haberse quedado solo, sus amigos habían empezado a marcharse
del local, y él se quedó a tomar “la última”, recordaba también a aquella
chica que le invitó a fumar. Tal vez la mezcla de alcohol y drogas es lo
que le tenía tan desorientado en este instante. ¿Dónde estaba? Era una
habitación oscura, con olor a humedad, el aire flotaba rancio, saturado,
viscoso, agobiante como un espacio cerrado durante demasiado tiempo.
¿Estaría soñando? Un mal sueño, seguro, un extraño sueño producto de
sus abusos nocturnos. La cabeza le pesaba, tenía sed, mucha sed; no
podía moverse, un extraño frío recorría su interior, sentía además una
extraña rigidez en sus extremidades, como si le faltase el riego
sanguíneo en ellas. El cuello le latía con intensidad, como si las venas y
arterias que corrían por su interior tuviesen vida propia. Aguzó el oído,
nada, un silencio absoluto, espeso como el aire estancado de aquella
habitación.
Intentó recordar, se esforzó. Recordaba haber invitado a la chica a una o
varias copas, estuvieron charlando, no recordaba sobre qué,
seguramente las chorradas propias de una noche de juerga; la chica
volvió a invitarle a fumar, la verdad es que aquella yerba que le dio era
estupenda, no recordaba haber fumado nunca nada parecido, recordaba
aquella extraña sensación de vacío, era como si la chica y él estuviesen
flotando en un inmenso espacio, como si nada hubiese bajo sus pies,
sobre sus cabezas o a su alrededor. Ella le susurraba al oído, le
mordisqueaba el lóbulo de la oreja, le besó profundamente y salieron a
la calle juntos. Sí, ahora recordaba aquel paseo lleno de intenciones, la
chica le estaba poniendo a cien, caminaban sin rumbo aparente, las
calles y la noche les pertenecían, eso le dijo ella. También le dijo que
nunca olvidaría esa noche, que ella le daría lo que ninguna otra sería
capaz de darle, mientras sus manos recorrían sus muslos, ansiosas pero
expertas, recordaba aquel calor sobre la tela de sus tejanos, el fuego
que le inundaba, el deseo que le explotaba mientras la chica exploraba
todo su cuerpo con sus manos. Recordaba como aquel deseo creciente
odiaba aquellas calles que le separaban del cuerpo desnudo de la chica.
- ¡Vamos a mi casa! - La dijo- ¡Vamos a mi casa!
- Tranquilo, déjame hacer a mí, te llevaré a un lugar donde todo es
posible, a un lugar donde no hay límites, y allí tendrás mucho más de lo
que esperas, tendrás incluso lo más inesperado.
- ¡Cómo te llamas, aún no sé ni tu nombre y lo quiero todo de ti!
- Morgana, me llamo Morgana; y como te dije tendrás todo y más.
Recordaba aquella fachada lúgubre, aquel portón de madera con su escudo
nobiliario tallado en la piedra. Sobre la noche y sus sombras se recortaba la
silueta de un viejo caserón; eran comunes en ciudades como la suya, ciudades
con aires medievales, ciudades que conocieron muchas noches como esta a
través de los siglos.
- Esta es la casa de mi familia, aquí estaremos bien, nadie nos molestará
en ella, y adentro tenemos todo lo que necesitamos.
- Todo lo que yo necesito lo tienes tú, lo tienes bajo tu ropa, lo tienes en
esa boca que me incendia en cada beso, en esas manos que me atan
en cada caricia, como dos correas de terciopelo.
- Entra, entra; como si fuese tu propia casa.
Tras la puerta, una enorme sala con columnas de piedra, y entre dos de
aquellas columnas el comienzo de una escalera, qué ascendía sinuosa hasta la
primera planta, del alto techo colgaba una enorme lámpara, muy antigua, todo
allí era de otro siglo, todo menos Morgana, y la impaciencia de Claudio por
llevarla a la cama.
- ¿Dónde vas Claudio? No tengas tanta prisa por conocer esa escalera o
las habitaciones a las que conduce. Ven, ven conmigo.
Tras aquellas columnas una puerta, tras la puerta una gran sala a modo de
comedor, una larga mesa de madera presidia en su centro, en una esquina una
chimenea apagada, algún arcón pegado en sus paredes, cuadros, un enorme
mueble también de madera, y alfombras sobre un enlosado de piedra.
- Ven, tomemos un coñac, es de nuestra bodega, tiene más de trescientos
años, para ocasiones especiales. Y tú, Claudio, eres una de esas
ocasiones especiales; me gustas mucho, por eso estás aquí; si no te
hubiese tomado en serio ahora estarías tirado en la calle, solo. ¡Ven,
ven! Brindemos por ti y por mí, por el comienzo de algo nuevo.
- Por nosotros Morgana, por lo que tú quieras, me tienes hechizado, soy
incapaz de negarte nada esta noche.
- Yo no me apareo por noches, soy algo chapada a la antigua, ya te dije
que estás aquí porque me gustas mucho, salud Claudio.
Tras el brindis llegó un beso, aquellos labios golosos de Morgana se pegaron a
los suyos, suaves, calientes y húmedos como el licor que acababan de tomar.
Claudio se dejó llevar, ella era como un torrente que arrastraba su voluntad y
sus deseos hasta su cuerpo, Morgana le recorría la piel con sus labios
traviesos, la boca, mordisqueando sus labios, el cuello, la nuca, mientras, sus
manos acariciaban su espalda y su pelo. De repente sintió un calor intenso, se
notó mareado, todo empezaba a darle vueltas, todo se volvió negro a su
alrededor. Después de eso, nada, nada hasta este instante, nada hasta este
extraño despertar.
La oscuridad empezaba a diluirse entre el brillo mortecino de unas velas, sí, era
Morgana con un candelabro en sus manos, miró a su alrededor, estaba en una
vieja cama con dosel, en una habitación con todos los postigos cerrados. Ella
se acercaba, llevaba una especie de camisón largo y vaporoso, bajo él, solo su
cuerpo, solo esa piel que había encendido sus ansias.
- ¡Ya te has despertado cariño! Me alegro, espero que hayas descansado,
has dormido todo el día sabes, es casi medianoche; bienvenido al primer
despertar de tu nueva vida, junto a mí. Estarás hambriento, estoy
segura.
La verdad es que sí, estaba hambriento, una extraña sensación le recorría,
necesitaba alimentarse, pero no, no era alimento sólido lo que su cuerpo
reclamaba, era... otra cosa.
Morgana sonrió, le besó; su boca entreabierta dejaba ver dos afilados incisivos,
y unas gotas carmesíes bajo sus labios.
- Ya te dije que te daría lo que ninguna otra podría darte, una vida eterna.
Vamos Claudio, te enseñaré a cazar; no te preocupes por mí, yo ya he
cenado.
miércoles, 9 de enero de 2013
SCATTERGORIES.
Hoy llueve acero sobre
un suelo de cristal
y el viento llora
encolerizado entre la espesura
quebradiza de la
cotidianidad engañosa
de tantas cosas que
nunca fuimos,
que nunca llegaremos a
ser,
que nunca alcanzaremos
con los dedos amputados.
Hoy los cristales están
tan sucios
que no alcanza a
distinguirse la pereza persistente
del asfalto acongojado
por aceras
de viandantes fantasmáticos.
Hoy que nada es real,
es cuando todo comienza
a cobrar sentido, y el
absurdo es un amor
que se despide
aburrido por la lógica del día a día
de unas sábanas
desgarradas.
Creo recordar la
sombra desdibujada de mil anatemas
y restos del banquete
de la razón esparcidos entre vidrios
de otros tantos
brindis al sol.
Pero hoy amanece
nublado
y una niebla persistente
atenaza el futuro, lo
estrangula
con el nudo corredizo de
una corbata
de diseño a juego con la cartera personal
y hereditaria de los
señores feudales
de la miseria y
desdicha.
Es la hora de los
enanos,
la hora siniestra de los bufones
que borraron la
sonrisa existencial
y el derecho a la
existencia.
Creo recordar el cadáver
de la libertad
bailando una danza
macabra
entre dos leones y
miles de hienas
jugando al Scattergories con su cadáver.
viernes, 4 de enero de 2013
MENOS ES MÁS
¿Qué es todo, cuándo todo cabe en tu corazón?
¿Qué es nada, cuando nada lo significa todo?
Trotamundos errante en el tío vivo de la vida.
En ocasiones jinete
eventual de las circunstancias
de cualquier caballito de cartón.
A veces autoestopista sin sentido de la orientación,
perdido en el bullicio que se forma en el giro
interminable, aturdido por la sonoridad del sinsentido
urbano.
Prefiero tomarme un descanso antes de seguir
haciendo senderismo por los titulares mediáticos
o esquelas inacabadas con fecha de caducidad.
Tal vez cobijarme bajo las ramas eremitas
de la espiritualidad, allí donde no llega la abrasión
producida por las rebajas de enero en cualquier lugar
del calendario establecido por el Corte Inglés de turno.
Debe ser que hace tiempo cayó de mis manos adormecidas
la bolsa biodegradable y ecologista cargada con las
frustraciones
del consumismo social, y me encontré con las manos
llenas:
De sentimientos para compartir.
De abrazos para regalar.
De palabras para consolar.
De intenciones.
De lágrimas que enjugar con las yemas de los dedos.
O poemas por escribir.
Y es en ese
preciso instante cuando comprendo
que nada lo significa todo, y la totalidad de todo
se reduce a una inmensa nada artificial creada
por cualquier moda destinada a vaciarnos los bolsillos
ocupando un lugar prescindible en los estantes del alma.
¿Me estaré volviendo por fin más sabio,
o sencillamente más humano?
Tal vez la verdadera riqueza está tan escondida
entre tantas etiquetas rebajadas de precio
que resulta imposible de encontrar con los ojos abiertos,
y el corazón cerrado. Los bolsillos cargados
son un lastre que nos hunde en la marisma.
Cadáveres con los ojos abiertos flotando
en los pasillos de cualquier centro comercial
rodeado a su vez por los vivos que perdieron
incluso la oportunidad de vivir:
Unos seres molestos que recuerdan
que existe la conciencia con las manos
extendidas hacia la muerte que pulula
cargada con bolsas y más bolsas repletas
de superficialidad.
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