jueves, 2 de junio de 2011

A TODA ESA GENTE, QUE CANTEN LOS POETAS.


Hoy quiero dejaros dos poemas de uno de mi últimos poemarios: EN EL CAMINO.
Un poemario que espero vea la luz en breve, uno de mis mejores trabajos, casi todo él 
está formado por poesía existencial, en clave de surrealismo con matices de poesía abstracta.
EN EL CAMINO, es un poemario que terminé hace algo más de un año; entre correcciones, nuevos contenidos y algunos cambios de última hora ha mejorado bastante en todo su contenido. Al estar registrada la propiedad intelectual quiero compartir previamente en este blog parte del mismo.
Un abrazo para todos.
Jesús De Castro.

A TODA ESA GENTE.

Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no permanezcas ni en el recuerdo
de los gusanos que devoraron tu carne putrefacta,
permanezca vivo el eco de mis sentires.

Cuando cansado de arrastrarte por el mundo,
carcomido por tu veneno, desfallezcas,
vivirán mis pensamientos y emociones.

Puedes golpearme con la cobardía de tus injurias
y yo escupiré mi desprecio
sobre la mordaza de tus insidias.   
Atropéllame si lo deseas, me levantaré.
Ni al destierro puedes condenarme
ya que tus dominios no se extienden más allá
del cubil de las serpientes.

Tal vez, y sólo tal vez,
cuando no quede de ti ni el vestigio
de la ponzoña que sembraste
y tus huesos calcinados por los años, enmudezcan,
yo profanaré tu tumba, silente al fin,
con la huella de mis versos.





QUE CANTEN LOS POETAS.

Que canten los poetas, que no enmudezca su voz
y lleven siempre en su maleta de sueños, versos encendidos.
Que canten al sosiego de la tarde serena,
al fluir de las aguas cristalinas y el cortejo de los peces.

Que siempre caminen del brazo del fulgor misterioso
de la luna y sus luciérnagas estelares.
Que canten los poetas cada lágrima, cada beso enamorado,
y aquellos paseos melancólicos por el sendero de la soledad
cuando la sonrisa duerme en un rincón del alma.

Que no muera el eco de la voz de los poetas,
y su brisa embista aquellos farallones silentes
del murmullo cotidiano, donde muere la esperanza
acongojada y solitaria.
Que lancen su desprecio junto al tocador
donde suele maquillar la frivolidad
cada uno de sus gestos vacíos, disimulando
las arrugas que va sembrando en el alma.

¡Qué canten los poetas, sí!
Pues sólo ellos son capaces de gestar las palabras adecuadas
en su ritual de apareamiento con las musas.

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