jueves, 21 de julio de 2011

SOBRE SILENCIOS

SOBRE SILENCIOS.
En ocasiones todos hemos escuchado la eterna frase sobre la belleza que reviste aquellos silencios compartidos, ¿y por qué no simplemente la belleza que reviste el silencio?
Sí, el silencio, ese sonido que se nos escurre entre los dedos de la sonoridad cotidiana;
ese sonido, porque el silencio tiene sus propias notas ¿alguien se ha parado a escuchar la cadencia armoniosa de un paseo por el campo a primera o última hora del día? entonces, podemos escuchar los distintos sonidos con los que  la naturaleza viste cada día en cada estación del año. El sonido de aquella brisa primaveral acompañado por las caricias que los dedos del viento dejan en las hojas de las flores, en las ramas arbóreas, el canto de mil pájaros distintos o el suave fluir del agua de un río, todo ello conjuntado como una sinfonía silenciosa dedicada a la vida que no tenemos tiempo o no queremos escuchar.

¿Qué sucedería si todos dedicásemos unos instantes cada día  a escuchar sencillamente los mensajes de la vida sencilla?

Para Ángela Vallvey con todo mi afecto.
Porque en aquellos silencios escondidos entra la sonoridad estridente de lo cotidiano se esconde casi siempre la caricia de las musas.

ALGO PARECIDO A VIVIR.

Vivir en una isla desierta
Vestido de sentimientos,
Y bañarse cuerpo y alma
En la cascada sonora
Del verso.
Caminar por un desierto
Entre dunas de lo incierto,
Y la multitud arenosa
Que suela un caminar sediento.
Navegar en el latir
De un tormentoso océano,
Entre olas que coquetean
Con majestuosos vuelos.
Perderse, en la infinitud
De un momento,
Y acariciar mil sueños
Encordelados con terciopelo.
Hacer senderismo, por ideas
Y pensamientos aspirando
Los aromas de los antiguos
Maestros.
Despedir la insensatez
Disfrazada de consenso,
Y burlar al burlador
Con el descaro de un
Desprecio.
Brillar, con la fugacidad
De un destello, y
Resbalar como gotas,
Por acristalados vericuetos.
Volar por el destino
Como hoja que empuja el viento
Con la certeza de un final
Firmado en el duro suelo.
Morir, ¿Por qué no?
En la quietud de un silencio
Con el susurro de una mano
Cerrando unos ojos yertos.

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