domingo, 26 de julio de 2015

Una reflexión con sabor a despedida y cuerdas de violín








En ocasiones nos suceden cosas que hacen que nuestra percepción de la vida cambie. No tienen que ser necesariamente una cadena de hechos funestos o agradables, ni tan siquiera un fortuito golpe de suerte o desgracia. A veces es tan sencillo como tomar la adecuada distancia física para comprender que dicha distancia tan solo es un complemento de la distancia que siempre existió entre nosotros y algunas de las personas de nuestro entorno. Acontecimientos puntuales que subrayan una frase escrita hace demasiado tiempo y nos hacen entender que las convenciones sociales o las convicciones sociales pueden alejarnos de la verdadera perspectiva y con ella de la realidad, formando en nuestra mente a través de nuestros recuerdos una telaraña de excusas y justificaciones para dar un sentido a lo que no logramos entender. En el fondo no es muy diferente de escribir una ficción salvo por el detalle de que al escribir dicha ficción somos conscientes de que lo hacemos y en el primer caso es el subconsciente quien nos ayuda para protegernos del dolor.
Una de las convenciones sociales más aceptadas y practicadas es la de enterrar a nuestros muertos entre elogios de vida incluso en el caso de que tal vida no tuviese demasiados motivos de elogio. Otra de las convenciones sociales es la de enterrar a nuestros vivos también en vida de diversas maneras y sorprendernos cuando ellos de alguna manera intentan hacernos saber que no están muertos, que nunca lo estuvieron.
Hoy quiero dejar mis recuerdos y mi adiós a una de esas personas que no hizo con su vida nada importante más allá de aceptar sus responsabilidades y afrontar como mejor supo y pudo las consecuencias de sus actos. Alguien que como tantos otros nunca será recordado ni elogiado en las redes sociales, porque sencillamente fue un anónimo más, como tantos otros que viven y mueren de paso por esta vida que en el fondo y como afirmaba Séneca “ solo es un camino hacia la muerte”
Que la tierra te sea leve tío y te llegue mi adiós en la distancia.

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