sábado, 24 de septiembre de 2016

SODOMÍA EN VERSO.


“Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”.

Gabriel Celaya.



Deje de escribir poesía cuando mis versos

abrazaron el sofismo en busca de percha

en la que colgar mi chaqueta prestada.

Mis estrofas son un eco desde entonces.

Me acuesto con dolor de sodomía cotidiana,

pero tengo tantos seguidores que no importa.

El esfínter dilatado iguala la geografía de mi sonrisa

¡Mirad como aplaudo al Rey rojo de turno

con mis manitas republicanas!

y rezo rosarios beatos al “Cristo de la Hoz y el Martini”

mientras comulgo con ruedas de molino.

Ya no soy poeta, si no bufón

al servicio de la corte y sus recompensas.

Poesía del pueblo y para el pueblo, pero sin el pueblo.

Mi voz pagada me sirve a mí,

pero yo he dejado de servir a la poesía.

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