lunes, 28 de febrero de 2011

CÓMO UN ALIENTO HÚMEDO.


Apareces de repente, entre esa frágil
costra de niebla, qué es al fin y al cabo
la memoria.
Junto a los cansados huesos peregrinos,
y la carne agrietada por los años.
Llegas como un sueño, que recorre
secretísimos caminos,
hasta el borde de los labios,
donde la timidez se retrotrae,
y la lengua temblorosa, enmudece.

Tus labios coralinos no terminan de acercarse.
Eres una, y eres dos.
Vienes, con la sed en tu interior de aquel aliento
húmedo.
Te vas colmada, por el cauce de los sueños efímeros.
Arquetipo  de ti misma, eres estacional.
Te vas dos veces, y dos veces tornas.
Y besas también dos veces,
me apuras el vino de los labios
y después te bebes a ti misma.
Satisfecho tu interior, fluyes como aquella saliva
fecundada entre los besos.

Buscas la vertiente que te aleje
hacia otras cascadas,
te disuelves entre las aguas de la vida.
Riachuelo travieso de lengua roja
con avidez de labios aventureros.

Travesura de deseos escarpados
en la cima de mil lechos.
Volcánicos, tus pechos y tu vientre.
Quemas en cada uno de tus gestos,
y te corres monte abajo
con tus lavas lujuriosas
por la senda de los muslos.
Palpitas, cómo una granada abierta.
Te desatas, tornado de pasiones,
y me formas torbellinos de caricias
que encienden la sangre.

Golpeas, rítmica, púbica e impúdica.
Como el trueno que se acerca
para después alejarse.
Brillas, al igual que el sol, cuando sale
entre nubes, al terminar la tormenta.
Y vuelves, arcoíris caprichoso
para anunciar la calma.
Llevas puesta la maleta de tu ropa
me condenas al destierro de un adiós madrugador,
en aquel gesto que anuncia tu partida.

1 comentario:

  1. Es un bellisimo poema,muy intenso como tu estimado amigo Jesús.Recibe un saludo desde mi tierra Azteca

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