lunes, 25 de abril de 2011

REFLEXIONES PROPIAS Y SENTENCIAS AJENAS.

La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma
y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos.
Concepción Arenal.

El cerebro de los necios transforma la Filosofía en tontería,
la Ciencia en superstición, y el Arte en pedantería.
George Bernard Shaw

El Infierno no está en el remordimiento, está en el corazón vacío.
Jalil Gibran.

La fuerza no proviene de la capacidad física sino de una voluntad indomable.
Mahatma Gandhi.

Sobre las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua,
el pensamiento del poeta está siempre flotando y bailando.
Rabindranath Tagore


Reflexiones Propias.

Estas entre muchas, son las sentencias y máximas que me gusta tener presente en mí día a día, las personas que nos dedicamos a la reflexión en profundidad, aquellas que amamos el pensamiento libre tenemos siempre parcelas de entendimiento, como igualmente tenemos parcelas de disconformidad, lo que no implica que debamos rebajarnos.


El ingenio es una de nuestras herramientas; la capacidad de trasladar a los demás nuestra percepción, nuestras emociones, parte de nuestra esencia, una cierta clarividencia artística y cualquier otro rasgo que se aleje de lo mundanal acercándonos a la sonoridad de lo metafísico; son unos bienes inapreciables.
El problema empieza cuando te diriges a una sociedad demencial o encuentras a los dementes en paquetes individuales.
La ignorancia no sólo es atrevida, además tiende a destruir todo aquello que no es capaz de comprender, por desgracia la ignorancia tiende a no comprender nada más allá de sus rasgos fanáticos.

No puedo evitar sentir una inmensa pena cuando alguien se reafirma en unas convicciones que le han sido impuestas a lo largo de la vida en mensajes subliminales.

Las personas son buenas o malas independientemente de su credo, raza o creencias.


Las personas que abrazan ideologías de carácter político agonizan lentamente hasta morir como seres humanos en toda su plenitud y renacer como el triste engranaje de la maquinaria de un partido político.


Las ideologías solo sirven para complacer a quienes hacen de ella una forma de vida a costa del sudor, los sueños y el bienestar ajenos. La política es en definitiva la peor manera de parasitismo social.


Se supone que la filosofía nos enseña humildad ante todo, ya que sin la humildad no podemos desvestirnos del orgullo que nos impide reconocer nuestros errores y aprender de ellos. ¿Pero hasta que punto debemos ser humildes cuando la ignorancia y superchería intentan atacar nuestros bastiones? La mejor defensa siempre ha sido un buen ataque.


En mundo lleno de consignas propagandísticas, de frases hechas o por hacer, de pensamiento relajado o impuesto por las circunstancias, la filosofía es un arma poderosa ya que a través de ella aprendemos continuamente que la vida es un camino de aprendizaje hasta el último de nuestros días, aquel en que la muerte nos desvela el postrer secreto de la vida.

Quien no se atreve a luchar por una causa noble, termina siendo el triste eco de un monologo diario, la sombra que terceros proyectan sobre su esencia. Una sociedad sin sueños es una sociedad muerta.

No tengo tiempo para dedicar a las puyas o los silencios de las personas que se cruzan en mi vida, pero sí tengo el suficiente para apartarlas de la misma, eso suelo hacerlo de manera tajante.


Cuando una sociedad demuestra todo su hedor, malevolencia, decrepitud y total abandono de la verdad, la honradez, cierta forma de justicia social. Cuando rechaza todo sentido común para adaptarse a las circunstancias y enriquecerse en cualquier circunstancia; esa sociedad es sencillamente un triste espectáculo de circo mediático.

Cuando una sociedad es sencillamente un triste espectáculo de circo es mejor desentenderse de ella, es preferible pasar por loco antes que ser un malévolo payaso circense, o lo que es peor aún, un ingenuo payaso circense.




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