viernes, 13 de julio de 2012

JUEGO PERVERSO.






¡Oh, sí!
es el juego perverso
de la incertidumbre disfrazada.
El juego malvado de los labios
impíos, de los silencios lapidarios
y sus sombras alargadas.

Otra vez la borrascosa
lluvia del verbo en pretérito imperfecto
en sus diversas conjugaciones inciertas.
Otra vez las noches piano  con cuerpo de blues
y alma de guitarra melancólica.

¡Oh, sí!
otra vez en el laberinto sin salida
de la cognoscencia ciega de las manos
nocturnas y los visillos corridos
de rímel caducado.

Otra vez la premura
del billete sin destino definido
más allá de la estación
del nuevo día.

Los ases escondidos en unas mangas
con los brazos amputados,
los dados cargados,
la ruleta trucada en la impertinencia
de sus giros predispuestos.

Otra vez, oh, sí, otra vez.

Otra vez los besos manchados
de café cargado,
las servilletas  de la culpa
escondidas en el cajón de la pesadumbre.
las caricias inquietas,
la ambigüedad de las promesas,
las sábanas confidentes,
el caminar inquieto
de las manecillas minusválidas
de las palabras involuntarias.

Otra vez el viaje instintivo
a ninguna parte,
a alguna parte,
o tal vez al reino perdido
de nunca jamás
hasta la próxima vez.

Otra vez la noche
de las pestañas alargadas,
sobre el manto de la conformidad.
La silueta desdibujada del sexo
por el sexo sin estrenar.

Otra vez, oh, sí, otra vez.

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