jueves, 13 de diciembre de 2012

QUEMAS.


Quemas como un silencio

de plomo derretido en los pulmones,

como un rayo despistado en el desierto

cuando el sol abre por rebajas.

Amaneces desordenada y metódica

como un plano de metro en desuso

en manos de un turista japonés extraviado.

 

Proyectas tu sombra sobre la inercia

del tiempo acompasado, diapasón

de una sinfonía inacabada

escrita en los pliegos de madera

del violín jubilado de cualquier músico

con coma cerebral en cada uno de los dedos.

 

Encefalograma plano del corazón

sobre una mesa de operaciones

impregnada de toda extravagancia

con sombrilla, coctel de frialdad

y aperitivo de instrumentos quirúrgicos

desperdigados por los metálicos rincones.

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