martes, 2 de diciembre de 2014

SOBRE LOS VIRTUOSOS DE LA IGLESIA.

No soy muy dado a escribir grandes discursos de moralidad, entre otras cosas porque prefiero un vicio tolerante antes que una virtud obstinada como cierto pensador y escritor francés de cuyo nombre no quiero acordarme. Por experiencia de vida tengo claro que los virtuosos de fachada siempre fueron los más degenerados de puertas para adentro.
Un claro ejemplo lo tenemos en los sacerdotes, religiosos en general y mea pilas variados al servicio de la Puta de Babilonia, más conocida también como iglesia católica. Esos mismos virtuosos que siempre han condenado nuestra moralidad desde sus púlpitos, mientras violan a niños indefensos en la intimidad de su hogar y sus conventos. Los mismos virtuosos que condenan el capitalismo salvaje desde la corrupta putrefacción de su banca Vaticana ¿una banca particular los humildes buscadores de la pobreza evangélica?  ¿verdad que hay que ser un poco hijo de mala madre para ser tan hipócrita?
Pero en el fondo me gustan los curas justamente porque representan todo aquello que espero no ser jamás, más que nada porque no tengo edad para ser tan falso o judas como ellos, y puestos a meterla en caliente prefiero a una mujer que sepa lo que hace y consienta en el sexo, antes que destrozar la vida y el culo de un inocente muchacho en nombre de Dios y la santa iglesia católica. Lo bueno que tienen es que no importa lo hijos de…dios que sean, y son unos grandísimos hijos de… dios casi todos ellos, se confiesan y zas, borrón y cuenta nueva para seguir siendo unos grandísimos hijos de…dios y mirar a todos los demás por encima de sus católicos hombros.

Me gusta leer la biblia, no es broma, me gusta leerla y lo hago a menudo aunque sin la inspiración del espíritu santo ( ¿o era la caja santo espíritu? ) como esos santos varones predispuestos a la pedofilia y el poder emergente o por emerger. Pero creo que no es necesario mucho entendimiento para comprender que hasta el buen Jesús acabase por correrles a todos a latigazos acusándoles de convertir la casa de su padre en una cueva de ladrones no muy distinta de la actual. 

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