miércoles, 2 de noviembre de 2016

“El sabio siempre puede cambiar de opinión, el necio nunca”. Kant

“El sabio siempre puede cambiar de opinión, el necio nunca”. Kant

Si algo me molesta especialmente, es la moralina de lo políticamente correcto que básicamente se limita a prohibir sobre todas las cosas y perseguir con saña el pensamiento disidente.  Así nos vemos inmersos en una sociedad llena de contradicciones y “dogmas de fe política” no muy distintos a los “dogmas de fe religiosa.” Es decir:  verdades absolutas, definitivas, inmutables, infalibles, irrevocables, incuestionables y absolutamente seguras sobre las cuales no puede flotar ninguna duda.  
En base a ese mantra la censura es un perfecto engranaje que cuenta con la complicidad de la propia ciudadanía, presta a castigar o denunciar al pobre infeliz que se atreva a cuestionar esos dogmas o cometa el grave delito de manifestar una opinión distinta a la canonizada por “los santos padres progresistas de la democracia en su Láudate  prohibetur” siempre adaptado a las  nuevas necesidades. En ocasiones tienen incluso “tropas de elite” dispuestas a montar un escrache en nombre de la “libertad de expresión bien entendida.” Ese escrache puede y debe incluir “violencia democrática y justificada, siempre justificada”.

Todos los dogmas necesitan de una religión para evangelizar y una inquisición para perseguir a los herejes. De esta guisa vivimos anegados en una zona pantanosa que limita nuestra libertad en base al pilar central de los nuevos dogmas: “Los políticos y sus partidos están para concedernos derechos y libertades” “solo es democracia si es de izquierdas” y cuanto más a la izquierda más democracia, obviando claramente la cifra de más de 100 millones de muertos caídos del lado izquierdo del mundo, seguramente por fascistas.


 “Cuánto más corrupto es el estado, más leyes tiene.”
 Tácito

La misión de los políticos es la de garantizar la defensa de nuestros derechos y libertades fundamentales, recogidos tanto en la constitución propia a cada país como en la declaración universal de derechos humanos. Y eso se consigue aplicando las leyes vigentes, no inventando un conglomerado de pseudo leyes encaminadas a desvirtuar el estado de derecho y moldearlo a la conveniencia de sus intereses.  
El resultado de la dejadez de funciones en busca del voto perdido es el caos. Sir Winston Churchill afirmaba que “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones".

Deberíamos comenzar a reflexionar seriamente amigos porque claramente nuestra sociedad involuciona y no al contrario 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.