viernes, 13 de abril de 2018

SÍNDROME DE DIÓGENES


La veía cada mañana en los contenedores de basura camino de mi cafetería favorita. Bien vestida, no necesariamente a la última moda, pero con esa elegancia que da la sencillez. Su mirada atenta sobre aquel conglomerado de deshechos como quien busca un tesoro; en ocasiones la vi inclinarse para recoger con sumo cuidado algún objeto sin prestar mayor atención, me esperaba mi café y algunos minutos de tertulia con los habituales, al salir casi nunca estaba. Sin embargo esa mañana llovía a cantaros y me acerqué para ofrecerle refugio bajo mi paraguas y un café caliente, ella lloraba con un libro entre sus manos. A eso se dedicaba cada mañana, a rescatar de la basura los sueños y pensamientos escritos por otros. Sus lágrimas mezcladas con el agua de lluvia sobre su cara cobraron sentido para mí, entonces me retiré avergonzado, era yo quien necesitaba refugio, ella tenía entre sus manos todo lo que necesitaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.