martes, 10 de mayo de 2011

DIARIO DE UN VAMPIRO


DIARIO DE UN VAMPIRO.

Una noche más para los mortales; para mí, la misma oscuridad latente desde hace dos siglos. Hoy celebro mi 200 cumpleaños como condenado al destierro de la mortalidad, tengo en total 225 años.
He nacido dos veces y he muerto una; una muerte que me condena al exilio de la muerte, a sufrir la expiación de vagar eternamente por el mundo sin pertenecer del todo a él, desterrado de afectos humanos y de emociones permanentes. Es curiosa la forma en que la vida en ocasiones te ofrece caprichosos regalos. En realidad vine al mundo un 20 de abril del año 1785, un 20 de ése mismo mes 25 años después me concedieron el regalo de una muerte prematura y la condena de una vida eterna y maldita. Un regalo inesperado, fortuito; que me llegó envuelto en unos brazos femeninos y un beso sangriento.

Paseaba por el malecón, como tantas noches, destilando aroma a melancolía, mil preguntas rondándome el pensamiento y una cierta sensación de fría emoción, es como si presintiese el desenlace que acontecería apenas dos horas después. Gravitando sobre la  húmeda neblina, etérea, con una cascada de rubio cabello y la profundidad de una mirada intemporal en el interior de unos ojos azabaches; así la encontré, aunque en realidad ella me encontró. 
Paseamos sin charlar, en el entendimiento mutuo de quienes gustan de silencios compartidos, yo fumaba y aspiraba a sentir cada segundo de aquella extraña coincidencia, ella clavaba en mi interior puñales de miradas; de repente, en lo más alejado del rompeolas note su la frialdad de sus labios sobre mi cuello, una sensación de picazón, y una leve punción, comencé a flotar en una irrealidad, vivencias que me eran ajenas asaltaban mi mente, sensaciones desconocidas abordaban las mías, una oscura opacidad se apoderaba de todo mi ser; agotado mi corazón sus latidos desfallecían; nada, vacío, una sensación de humedad en mis labios, un sabor salobre, arterial en mi boca, una invitación a degustar ; después dolor, muerte, y el resurgir, como una rosa negra, ávida de roja  sangre sobre los pétalos oscuros de unos labios vampíricos.

Esa misma noche celebré mis esponsales dentro del rito de un bautismo sangriento; cortejos de criaturas aladas, aullidos licantrópicos, sonrisas afiladas, cocteles de sangre
y muerte, la tarta nupcial de una núbil doncellita desangrada ante mi sed, la sed que sufren las criaturas malditas y oscuras. 

No es cierto sin embargo que la sangre proporcione vida, solo nutre; la vida la proporciona la vitalidad de cada víctima, sus fuerzas, sus esperanzas, sus emociones y pensamientos; en definitiva, su fuerza vital, todo lo que eran antes de sellar un pacto con el beso inesperado de la muerte. No es cierto tampoco que los seres como yo sean asesinos despiadados; todo eso es mitología y leyenda, en realidad cazamos para alimentarnos y fortalecernos, sencillamente los mortales forman parte de nuestra cadena alimenticia, aunque también nos nutrimos de seres salvajes y fuertes, de todo aquello que pueda proporcionarnos vitalidad y alimento, de hecho en nuestra despiadada forma de vida existe más humanidad que en la normalidad de los mortales, sus crueldades y sus obsesiones; nosotros sólo matamos para alimentarnos.

Otro mito de la larga historia que nos adorna es el del eterno cazador nocturno, no necesitamos alimentarnos cada noche, aunque sí debemos nutrirnos, igual que un mortal. De hecho podemos mantenernos ahítos y fuertes durante meses sin necesidad de matar, conozco hermanos que tienen concubinas mortales para satisfacer sus apetitos sexuales o de sangre, otra característica de nuestro mordisco es que segregamos en el mismo una sustancia regenerativa y sedante, los mortales a quienes mordemos no sienten dolor alguno, ni presentan síntomas físicos de nuestro ataque, nuestro arma más poderosa es el anonimato

Tampoco es cierto que la luz nos mate, de hecho es realmente difícil matar a un Vampiro, sencillamente en pleno día somos vulnerables, débiles como un mortal, pasamos desapercibidos entre ellos a plena luz; quien conoce los poderosos y malditos efectos de la inmortalidad sufre doblemente, sufre sus poderes y sufre cuando los mismos se debilitan. La noche es el elemento ideal, en ella nos desenvolvemos como lo que somos, condenados, criaturas oscuras; fuertes, enigmáticos, cazadores en busca de su presa.

Desplegamos nuestros distintos poderes para subyugar la voluntad de cada captura, en nuestro mordisco transmitimos parte de nuestra esencia y recuerdos, un regalo, una muestra de respeto por nuestro alimento, les quitamos sus vidas transmitiéndoles la esencia de lo que somos y fuimos antes de ser.
Podemos sobrevivir sin matar, pero no podemos vivir eternamente sin hacerlo, un vampiro que no mata agoniza lentamente hasta extinguirse, se debilita, languidece, sufre fuertes dolores, se contrae su interior, como he dicho la sangre nutre, pero es la vida ajena lo que nos proporciona vida y fuerza, prudencia y gnosis; todo en nosotros es una dualidad. No podemos amar a los mortales porque debemos matarlos, sin embargo les respetamos como lo que significan para nosotros; son nuestro sustento.
Los seres vampíricos nos regimos por normas estrictas de convivencia, algo parecidas a mandamientos oscuros que todos respetamos escrupulosamente, cualquier injerencia o violación de dichas normas conlleva la peor de las muertes, enterrado en vida sin alimento ni forma de obtenerlo. Un vampiro puede agonizar durante un siglo antes de fallecer entre atroces dolores, transcurrido ese tiempo es desenterrado, decapitado, extraído su corazón e incinerado. Nuestras normas o mandatos son pocos pero apenas se violan por el castigo que conllevan.

Para dar vida eterna a un mortal se requiere una gran fuerza y preparación, ningún vampiro joven puede hacerlo, solamente los mayores de un siglo tienen la preparación necesaria para ello, de no hacerse así lo que despierta a la inmortalidad es un ser salvaje, sediento de sangre y sin gnosis, un zombi con incisivos. El castigo para quien comete tal desatino es el de ser encerrado inerme junto a su aberración, su propia creación lo mata antes de morir ella misma, una creación por deforme que sea, muere siempre al matar a su creador.

Me pongo a rememorar cada vivencia desde mi segundo nacimiento y me parece llevar mil años a mi espalda. La suma de mi ser actual y anterior, mas las vidas y vitalidad de los mortales que me han servido de alimento. Pero hoy por fin estoy preparado para convertir. En poco menos de una hora bajaré al malecón tras dos siglos, hoy celebro mis esponsales con una melancólica y bella poetisa que escribe allí a las brumas oscuras. Ella aún no sabe que hoy recibirá el más extraño regalo de cumpleaños de su joven existencia.

1 comentario:

  1. GENIAL!!!!!!!!!!!!! ME ENCANTÓ JESÚS, UN PLACER LEERTE QUERIDO AMIGO, BESITOS DE LUZ HASTA AHÍ DONDE ESTES, TU AMIGA MONICA

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